Exploradores: Cuadernos de viaje y aventura

Hay algo que tengo que confesar: aún no he encontrado mi vocación, lo reconozco y, además, ya que estamos en esto de las confesiones, te puedo decir que me provoca algo de ansiedad porque no me gustaría morirme sin saber para qué estoy exactamente en este mundo.

Lo que sí he tenido claro de siempre, de toda la vida es que iba a ser madre y que, ya que estoy aquí, intentaría conocer todo lo posible del mundo. De pequeña devoraba las revistas de viajes que vendían en los quioscos y me dedicaba a realizar estudios antropológicos sobre los distintos pueblos que existían. Cuando mi marido me pidió que me casara con él la única condición que le puse es que una vez al año me iba a marchar por ahí de viaje a conocer mundo.

La cosa se complicó cuando nacieron mis hijos y cual mamá gallina, en los primeros años busqué la excusa perfecta en la lactancia materna para no separarme de ellos (mi periodo de amamantamiento duró cinco años) después vino alguna época de crisis económica en la que a duras penas llegábamos para comer y después el pensar que me quería llevar a los cuatro (mis tres chicos y el perro) conmigo.

Sigo soñando con viajes. Devoro todos los programas de viajes que echan en la tele, estoy deseando que llegue el día que pueda emprender el vuelo y mientras, voy educando a mis hijos para conocer lo inmediato y poco a poco vayan ampliando el círculo. Mientras, me voy encontrando con libros que me hacen soñar.

Hoy en día viajar es muy fácil ¿quién no lo ha hecho? los transportes son baratos, las guías de viaje que nos sirven en bandeja los usos y costumbres de cada lugar, los monumentos dignos de visitar, las frases básicas para moverse y los restaurantes más recomendables de cada sitio. Existen agencias que nos proporcionan paquetes vacacionales y, en muchas ocasiones, vemos que es más barato viajar al Caribe que a Málaga. En nuestros destinos existen personas que se ganan la. vida enseñándonos los sitios «supuestamente» más interesantes del lugar, vamos, los guías y otro tipo de personal que hacen nuestra estancia lo más agradable posible para que queramos repetir. Vamos por el mundo con nuestra mirada occidental y somos meros espectadores de la forma de vivir de las, cada vez menos, diferentes culturas, sin interactuar mucho, evitando cualquier tipo de desencuentro emocional, vamos acumulando experiencias que, como la mala comida, nos llenan sin nutrirnos.

Hubo un tiempo en el que existió una estirpe de personas que lo que les movía era saber lo que había «más allá», eran curiosos natos, exploradores que por diversos motivos dejaban su ciudad o pueblo natal y se iban a descubrir nuevos horizontes. Esa es la gente que me hace soñar, que me hace vivir una segunda vida. Admiro a esas mujeres que se embarcaban en viajes a destinos con costumbres completamente diferentes, que dejaban una vida acomodada saliéndose de los cánones establecidos para las mujeres, rompiendo las normas y abriendo nuevas vías. Muchos de ellos murieron en sus expediciones y conocemos sus aventuras gracias a algo que todos ellos tenían en común: el diario.

¿Quién no ha oído hablar del capitán Cook, de Scott, del doctor Livingstone o Stark? ellos forman parte de un compendio de 70 exploradores conocidos y no tanto, recogidos en este libro y acompañados de unas fantásticas ilustraciones que no puedo dejar de recomendar a quien sueña con paraísos lejanos.

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